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A la hora de proporcionar agua caliente sanitaria a una vivienda —el agua caliente para la ducha, los lavabos y el fregadero— existen diferentes fuentes de energía que utilizar. Podemos utilizar un calentador o una caldera a gas (natural o butano), energía solar térmica (todas las viviendas de nueva construcción incorporan este sistema) o un termo eléctrico. En cualquier caso, el agua caliente sanitaria es una parte importante de nuestra factura energética.
Desde el punto de vista energético el termo eléctrico es el sistema menos eficiente de los tres, no sólo porque la energía eléctrica es más cara, sino porque debido a su forma de funcionar —debe calentar el agua con antelación y mantenerla caliente— se producen una serie de perdidas energéticas que hace que gaste más energía que el calentador a gas, que calienta el agua de forma instantánea.
A pesar de que hay sistemas más eficientes que otros, elegir no es una cuestión únicamente de eficiencia, pues cada uno tiene sus ventajas e inconvenientes. Así, el calentador a gas proporciona agua caliente infinita (salvo que se acabe la bombona de gas) a un precio más asequible, pero es más irregular, necesita cierto caudal de agua para funcionar y tarda un poco en empezar el agua caliente, además de necesitar una instalación más compleja.
Por otro lado, el termo eléctrico es sencillo de instalar, requiere menos mantenimiento y ofrece agua caliente al instante, aunque su cantidad depende del volumen del termo instalado, debiendo esperar a que se vuelva a calentar para su uso. Además, el agua caliente sale más cara, aunque eso es algo que podemos mitigar con el uso de un programador para el termo eléctrico o adquiriendo un termo eléctrico programable. A continuación vemos como:
Termos eléctricos programables
Los termos eléctricos programables son la nueva generación de termos eléctricos, que hasta ahora era aparatos muy sencillos que contaban únicamente con una resistencia para calentar el agua, un interruptor de encendido y un regulador de temperatura.
En los termos eléctricos programables —como por ejemplo el Cointra TDG-50— ahora se incluye un pequeño panel de control que nos permite ajustar diversos parámetros a nuestro gusto, como la temperatura del agua, la potencia de la resistencia y, lo más interesante, programar diferentes horarios de uso.
Imaginemos que durante la semana tenemos una rutina bastante clara. Nosotros nos duchamos por la mañana antes de ir a trabajar y por las noches bañamos a los niños. A un termo programable podemos indicarle que haya agua caliente a 60º de 7 a 8 de la mañana, a 65º de 6 a 8 de la tarde y, complementariamente, de 2 a 3 de la tarde a 45º, suficiente para fregar los platos por ejemplo.
Con estas indicaciones, y en función de la potencia escogida, la temperatura de salida especificada y la temperatura del agua de entrada, el termo calculará el tiempo necesario de funcionamiento, y se encenderá para tener agua caliente a la hora indicada, manteniendo dicha temperatura durante esa franja.
Fuera de estas franjas horarias el termo se apagará, ahorrando la energía que supondría mantener el agua caliente durante todo el día, ya que aunque los termos suelen estar bien aislados, se producen inevitables pérdidas energéticas (no hay más que tocar uno y notar que está caliente para comprobarlo).
Usando un temporizador digital
Si no tenemos un termo eléctrico programable, no hay problema, no es necesario que invirtáis en uno todavía —aunque sí os lo recomendaría cuando toque cambiar el que tengáis ahora— pues podemos hacer lo mismo utilizando un temporizador digital, como los que utilizamos para que se enciendan las luces a determinada hora o para automatizar el riego. Además, los hay que miden la electricidad consumida.
Con estos temporizadores podemos programar a que horas queremos que se encienda el termo de manera parecida a la que lo haríamos si tuviéramos un termo eléctrico programable. Solo hay que tener en cuenta el tiempo que tarda normalmente el agua en calentarse. Por ejemplo, si queremos ducharnos a las siete de la mañana y el termo suele tardar una hora en calentar el agua, deberemos programarlo para que se encienda a las seis, y luego se apague a las siete.
Digo a las siete, y no a las siete y media cuando ya nos habremos duchado, porque en cuanto la temperatura del agua empiece a bajar mientras nos duchamos, el termo se pondrá a calentar de nuevo el agua, y es tontería que lo haga si luego lo vamos a apagar y va a estar toda la mañana sin usarse.
Esto mismo se aplica si tenemos un termo digital programable. Más que programar franjas horarias, es más eficiente programar el termo para que tenga agua caliente a la hora a la que lo vamos a usar y luego se apague —aunque el agua seguirá caliente durante al menos dos horas, por si nos retrasamos en nuestros planes— así evitaremos que el termo vuelva a calentar agua una vez lo hemos usado, ahorrando energía.
Como veis, es bastante sencillo programar nuestro termo eléctrico y ahorrar en agua caliente, solo hay que pararse a pensar en nuestro hábitos de uso de agua caliente sanitaria y programar el termo para que nos sirva agua caliente solo cuando la necesitemos, ahorrándonos la energía que desperdiciaría manteniendo caliente un agua que no necesitamos, sin olvidar tampoco cómo entender la factura del agua para saber dónde podemos ahorrar.
Imagen | Steven Depolo
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