Cada pocos años cambian y se modernizan los televisores, pero si lees nuestro reportaje conocerás las 10 claves para acertar al comprar tu nueva TV.
Comprar un televisor se ha convertido en una tarea algo más complicada que simplemente ir a la tienda de electrodomésticos habitual y elegir el primer televisor que tengan de oferta. Es necesario conocer un buen número de aspectos con anterioridad.
De hecho, aunque puedan parecer prácticamente idénticos por fuera, las diferencias técnicas que cada modelo aloja en su interior pueden ser decisivas. Te mostramos 10 claves para acertar en tu elección.
Descubrirás que, al elegir un televisor no solo es necesario tener en cuenta su precio o su tamaño, sino que también hay otros factores importantes que marcan la diferencia entre elegir “un televisor” y el televisor que necesitas.
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Luego hay otros factores que son importantes, como el mismo fabricante, pero en este reportaje vamos a fijarnos más en los aspectos técnicos.
¿Vas a comprar televisor nuevo? Lee estas 10 claves
Establece un presupuesto realista
Rompemos el hielo con, tal vez, la opción más evidente: el presupuesto disponible para comprar un televisor.
El dinero es un poderoso argumento a la hora de elegir un televisor ya que, en función del presupuesto disponible, determinará el tamaño, las prestaciones e incluso la tecnología de pantalla que tendrá.
Este presupuesto debe ser realista, pero flexible hasta cierto punto. El mercado de los televisores está sujeto a muchas oscilaciones de precio ocasionadas por ofertas y promociones puntuales en las que puedes comprar televisores baratos.
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Si embargo, esos precios deben tomarse como lo que son: una oferta puntual, y no como el precio habitual del televisor.
Es muy probable que tu cuñado venga a decirte que se ha comprado un televisor de 65 pulgadas por 300 euros, pero marcarse ese precio como presupuesto inicial no es la mejor de las ideas.
En el mercado hay televisores de 300 euros y de 6.000 euros y cada escalón de precios está fundamentado por una mejora tecnológica. Por mucho que te digan, no se ve ni se oye igual un televisor de 300 euros que uno de 800 o uno de 1500 euros.
Partiendo de esa base, y teniendo en cuenta que no todo el mundo necesita –ni puede permitirse—un televisor de más de 1.000 euros, fijar un presupuesto realista, pero con cierta flexibilidad, es un buen punto de partida.
El requerimiento de una cierta flexibilidad está fundamentado en que las diferencias de precio entre modelos pueden llegar a ser mínimas. Puede darse la situación en la que, por una diferencia de 40 o 50 euros, merezca la pena saltar del modelo más alto de una serie, al más bajo de la serie inmediatamente superior por las mejoras que eso implica.
Te parecerá enorme, pero solo al principio
Tras el precio, una de las claves decisivas para elegir un televisor es su tamaño. Aquí, el usuario tiende a ser demasiado cauto y una de las preguntas que se le vienen a la cabeza es: ¿No será demasiado grande?
Salvando las lógicas limitaciones de espacio disponible –si no cabe en el mueble de tu salón o espacio donde deba ir instalado, poco hay que hacer— el tamaño del televisor es una de las cuestiones más evidentes. ¿Es mejor un televisor de 65 pulgadas que uno de 49 pulgadas?
El tamaño del televisor viene determinado por la distancia a la que va a ser visto. Una sencilla fórmula matemática te dará como resultado el tamaño perfecto para la distancia disponible: Distancia de visionado (en pulgadas) x 0.84 = pulgadas del televisor.
Con esta fórmula encontramos que si habitualmente vas a ver el televisor desde una distancia de 2 metros (200 cm / 2.54 = 79 pulgadas), tras realizar la operación obtenemos que, para esa distancia, un televisor de hasta 66 pulgadas (79 pulgadas de distancia x 0,84= 66 pulgadas de pantalla) sería el tamaño perfecto.
Muchos usuarios se llevarán las manos a la cabeza cuando vayan a la tienda con el resultado de esa operación y vean “in situ” el tamaño real de un televisor de 65 pulgadas al grito de ¡pero este televisor es enorme para mi salón!
Es algo habitual ya que todavía tenemos grabado a fuego aquello de que si estás muy cerca del televisor no se aprecia con la misma calidad. Aquí es donde la resolución 4k y 8K marcan una gran diferencia permitiendo reducir a la mitad las distancias.
Un televisor de, digamos 50 pulgadas con resolución Full HD tiene unos 2 millones de píxeles, mientras que uno del mismo tamaño con resolución 4K tiene unos 8,3 millones de píxeles en el mismo espacio. Esto implica píxeles mucho más pequeños que se hacen casi imperceptibles incluso a unos centímetros de distancia.
Esto hace que la calidad visual no se vea afectada al reducir la distancia de visionado, es más, ocupar el máximo espacio visual del espectador hace que la experiencia sea mucho más rica e inmersiva. Es una sensación más cercana a la obtenida en el cine, pero desde el salón de tu casa.
Tecnología de pantalla: LED, QLED, Nanocell y OLED no son lo mismo
Además del tamaño, el precio del televisor condiciona muy seriamente la calidad del panel. No, aunque pueda parecerlo, no todas las pantallas de una marca son iguales, incluso aunque utilicen la misma tecnología.
La tecnología más habitual y económica de fabricar son las pantallas LED LCD que, a su vez, son las pantallas que acostumbran a montar los televisores más baratos.
Estas pantallas LED LCD llevan mucho tiempo fabricándose por lo que los procesos de producción ya están muy depurados y se han alcanzado altas cotas de rentabilidad. Por eso resultan más baratas a pesar de utilizar más componentes.
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Esta tecnología se basa en una fuente de iluminación LED que se proyecta sobre una serie de filtros difusores y polarizadores hasta llegar a un panel de cristal líquido que, mediante la excitación eléctrica de sus celdas (píxeles) deja pasar una determinada frecuencia de onda de la luz que nuestro ojo percibe como colores.
La teoría es sencilla, pero de la ejecución dependerá la calidad de la imagen y, por tanto, el precio final del televisor.
Mientras que en los televisores más económicos esta iluminación se emite desde el borde de la pantalla, los modelos de gama media optan por utilizar sistemas de iluminación trasera por zonas y los de gama alta crean una matriz de luces LED dispuestas en la trasera para iluminar toda la pantalla de forma precisa y homogénea, evitando “manchas” en la iluminación de la pantalla.
El tipo de iluminación de la pantalla no es lo único que diferencia a los televisores. La tecnología integrada en los filtros y polarizadores que se ubican antes del panel también marcan importantes diferencias en calidad y, por tanto, en precio.
Dentro de la misma categoría de pantallas LED LCD, encontramos tecnologías más avanzadas como las pantallas Nanocell de LG o QLED de Samsung. Podrían considerarse un LED LCD 2.0. Esta tecnología utiliza la mejor tecnología de iluminación trasera combinada con una serie de filtros impregnados con cristales de un tamaño nanométrico.
Estos diminutos cristales actúan a modo de filtros que capturan un determinado espectro de luz (RGB) en función de su tamaño, lo filtra eliminando el resto de frecuencias de onda y la potencia. El resultado son pantallas más brillantes y con colores más vivos.
Al ser una evolución de la tecnología LED LCD, los televisores con este tipo de pantallas solo son un poco más caras que los LCD LED tradicionales ya que, el proceso de fabricación continúa siendo prácticamente el mismo con algunas mejoras en determinados aspectos.
Por último, tenemos las pantallas OLED, una tecnología que, a diferencia de los LED LCD que hemos visto, no utiliza un sistema de iluminación adicional, sino que cada píxel se enciende o apaga de forma independiente como si fueran diminutas bombillas dispuestas la una junto a la otra.
La gran particularidad de las pantallas OLED es que, mientras que para mostrar cualquier color cada píxel se enciende con mayor o menor intensidad, para mostrar el color negro los píxeles se apagan totalmente. Esto hace que los OLED sean los únicos capaces de mostrar un negro puro sin contaminación lumínica.
Esta tecnología es muy reciente, por lo que su fabricación resulta más costosa y, por tanto, el precio final de los televisores también es más caro.
El procesador es importante: resolución, HDR y calidad de imagen están en juego
El procesador es uno de los primeros componentes que miras al elegir tu ordenador o tu smartphone. Sin embargo, muy pocos usuarios se preocupan de qué procesador monta su televisor.
Esto es un error muy frecuente y no es baladí ya que de la potencia de su procesador dependen factores tan importantes para un televisor como son la resolución, la gestión del HDR o la calidad del procesado de los movimientos.
Como ya hemos comentado, un televisor 4K está formado por unos 8 millones de píxeles que deben ser gobernados de forma eficiente para ofrecer la máxima calidad de imagen. Del procesador dependen tareas tan importantes como el escalado de la imagen a 4K desde fuentes en HD o Full HD.
Si no es lo suficientemente potente, no será capaz de convertir esta señal y la imagen perderá definición al ver canales de la TDT o contenido Blu-ray.
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Por otro lado, el HDR (sobre todo los estándares con metadatos dinámicos) establecen la intensidad y el tratamiento del color que debe tener cada píxel en cada momento de la película. Esto requiere una cierta potencia de procesado para que el resultado no sea inconsistente y la calidad sea la esperada.
Cada marca desarrolla y afina sus propios procesadores de imagen para diferenciarse del resto de fabricantes. De hecho, en la industria es bastante habitual encontrar varios televisores de distintas mascas que utilizan el mismo panel pero que, gracias al trabajo de su procesador, ofrecen una calidad de imagen muy distinta.
Sistema operativo, el lugar donde todo sucede
Los televisores son cada vez más sofisticados y llenos de funciones, lo cual hace que cada vez se parezcan más a un ordenador en lugar de la “caja tonta” que solían ser.
Es por ello que el sistema operativo que monte el televisor será un factor diferencial en la experiencia de uso y en las opciones de ajuste y personalización del resto del dispositivo. Desde la plataforma de conectividad Smart TV a los controles de imagen. Todo sucede en el sistema operativo.
De nuevo, cada marca ha desarrollado su propio sistema operativo para sus dispositivos. Tenemos ejemplos como Tizen en los televisores de Samsung, webOS en los de LG o VIDAA U en los de Hisense.
La excepción a esta norma la encontramos en Android TV, la versión del sistema operativo presente en el 85% de los móviles de nuestro país, específicamente adaptada para funcionar en televisores.
Marcas como Sony o Philips entre muchas otras utilizan Android TV en sus televisores, añadiendo pequeñas mejoras en el sistema para integrar las funciones específicas para su hardware.
De un sistema operativo solvente dependen cosas tan importantes como la disponibilidad de las apps de Netflix, Disney+ o Amazon, entre otras muchas plataformas de vídeo en streaming y entretenimiento que resultan imprescindibles para obtener una buena experiencia de uso.
Conectividad pensando en el futuro
Rubén Andrés
¿Sabías que para elegir el televisor adecuado en 2020 es tan importante mirar el frontal como la trasera del dispositivo?
Y lo es porque en la trasera encontrarás los distintos conectores del televisor. Este es un apartado que ha ido ganando importancia a medida que se incrementaban las capacidades de los televisores.
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El ejemplo más claro lo encontramos en los conectores HDMI que, en función de su versión, ofrecen una serie de prestaciones o limitarán la calidad de los dispositivos que se conecten a ese puerto.
La llegada del HDMI 2.1 está marcando un antes y un después en la conectividad de los televisores ya que este estándar permite un ancho de banda muy superior, lo cual se traduce en mejor calidad de imagen.
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Esta mejora en la conectividad de los televisores permite aprovechar mejor las prestaciones de los televisores al conectar una consola de nueva generación o un ordenador gaming ya que se mejora la sincronización con la GPU y permite mostrar los juegos en resoluciones 4K y HDR mejorando la experiencia de juego.
Además, la incorporación de tecnologías inalámbricas como el Bluetooth o compatibilidad con redes WiFi 5 (802.11 ac) harán más sencilla la conexión con mandos de juegos, auriculares Bluetooth o teclados, así como facilitar la transmisión a alta velocidad, imprescindible para lograr contenidos en 4K en las plataformas en streaming.
Un TV con buen diseño no se limita a ser bonito
Cuando hablamos de diseño se acostumbra a pensar únicamente en el aspecto estético de los dispositivos. Pero el diseño debe hacer posible un uso más cómodo del televisor.
Habitualmente, los televisores integran líneas curvas en las trasera que, a nivel estético puede ser muy atractivo, pero si estás pensando en instalar el televisor en un soporte en la pared, una curva en la trasera hará que sobresalga más que un modelo con la trasera más recta y plana.
Por otro lado, el diseño también debe servir para hacer más accesible los conectores. Algunos televisores tratan de ocultar los conectores en la trasera, lo cual dificulta la conexión cuando se instalan en la pared. Por ello es importante tener en cuenta que el televisor tenga algunos conectores en el lateral para facilitar esa conexión.
El diseño de la peana o de las patas también debe ser funcional. Cuando se trata de un televisor de gran formato con peana central, si esta no es lo suficientemente sólida puede hacer que el televisor pierda estabilidad lateral, haciendo que se balancee en exceso al mínimo movimiento.
Tanto si se opta por un televisor con patas laterales, como de peana central, es importante que cuente con un sistema de gestión de cables bien diseñado, que dirija y oculte los cables entre la zona de conexiones y la trasera del mueble para no dejar unos antiestéticos cables colgando por la trasera.
El sonido, ese gran olvidado en los televisores
Panasonic
El sonido es el 50% de la experiencia de visualizado. Sin embargo, es uno de los grandes olvidados en la configuración de los televisores.
Por motivos de espacio, los altavoces que integran los televisores no pueden ser demasiado grandes, cualidad imprescindible sobre todo para obtener buenos graves. Por eso, conseguir unos graves profundos en un televisor actual es casi una utopía.
Conscientes de ello, los fabricantes utilizan distintas tecnologías para mejorar el sonido de sus televisores.
Algunos modelos, como los Philips OLED+ de la serie 900, incorpora una barra de sonido que actúa como base del televisor. Otros, como los Sony Bravia AG9 apuestan por utilizar toda la pantalla como superficie de resonancia, convirtiéndola en un altavoz central gigante.
Muchos televisores anuncian a bombo y platillo su compatibilidad con distintos estándares de sonido envolvente.
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Eso no necesariamente implica que los altavoces integrados del televisor sean capaces de reproducir ese estándar, sino que el procesador es capaz de decodificar la señal de audio de ese estándar, pero será necesario conectarle un sistema de sonido externo compatible para reproducirlo correctamente.
Lo que sí tienen algunos televisores actuales es un sistema de emulación de sonido envolvente que utiliza la inteligencia artificial integrada en los procesadores para detectar el tamaño y características de tu salón para distribuir el sonido de una determinada forma.
Integración con el resto de tu casa
Cada vez conviven más dispositivos IoT en el hogar, por lo que es habitual que estos formen pequeños ecosistemas que permiten la comunicación entre ellos, de forma que puedes hablarle al altavoz para que apague luces o incluso encienda la cafetera entre otras muchas cosas.
Los televisores también pueden integrarse en ese ecosistema, pero para ello es necesario contar con compatibilidad para ello.
Los más habituales son los gobernados por los asistentes Alexa de Amazon y el Asistente de Google, aunque marcas como Samsung, con sus SmartThings, o LG con su ecosistema ThinQ, utilizan integraciones propias para controlar otros dispositivos y electrodomésticos de la marca desde el televisor.
Con este sistema puedes establecer un determinado ambiente de iluminación dándole un comando de voz al televisor, y todo ello cómodamente desde el sofá. Obviamente, todas estas integraciones pueden elevar el precio final del televisor.
¿Cuál es el mejor momento del año para comprar un televisor?
Getty
¿Existe un momento del año perfecto para comprarse un televisor? Pues lo cierto es que existen varios momentos a lo largo del año en los que, determinados modelos, pueden rebajar considerablemente su precio. La mala noticia es que no siempre tienen una fecha fija.
El mejor momento del año para comprar un televisor es poco después de la presentación del nuevo modelo. En este punto, las tiendas que todavía tienen unidades del modelo anterior en sus almacenes quieren darle salida para recibir las nuevas unidades, por lo que es habitual que estos bajen algo su precio.
Por otro lado, a lo largo del año se producen eventos de ofertas y promociones como el Amazon Prime Day, Black Friday o la campaña de Navidad, en los que las tiendas proponen descuentos muy agresivos para animar las ventas.
El gran inconveniente de estas promociones puntuales es que acostumbran a rebajar solo unos determinados modelos, que puede no coincidir con el modelo que tenías en mente.
Al principio de esta lista citábamos la importancia de disponer de un presupuesto relativamente flexible, y a la hora de examinar estas promociones es cuando más flexibilidad debe tenerse, ya que por un poco más de dinero, puedes comprar un televisor de una gama muy superior al que tenías planeado.
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